Guadalupe González Taño es una política de perfil bajo, la pobre, como puede constatarse de la simple escucha de todas las comparecencias que hasta ahora se han celebrado en la comisión eólica. Pero después de que su partido y el PP llegaran a un acuerdo para echar cal viva sobre los molinos de la operación eólica, doña Lupita ya se quitó el coletero y se desmelenó toda. Interrumpió al compareciente en un 95% de las ocasiones en que pretendía contestar a las impertinencias de José Manuel Soria, y superó los máximos niveles del ridiculómetro cuando se puso a valorar apreciaciones como el uso del sumario, la libertad de expresión y la aplicación del reglamento del Parlamento de Canarias. Para que no faltaran los coros, desde un lateral se pudo oír en muy pocas ocasiones la voz de la indocumentada Belén Allende, que el jueves se ganó las dietas de modo poco épico. Pero sirvió al revolcón anticorrupción de su partido y del PP y se notó que ambas damas estaban convenientemente aleccionadas antes de que empezara la comisión. Ahora habrá que darles alguna propinilla por los servicios prestados. ¿Qué tal un hueco en las listas? Venga, se dijo, que éstas se conforman con poco.