La censura previa, advertimos al queridísimo colega de profesión, está prohibida expresamente por la Constitución Española (artículo 20), es decir, no existe en el ordenamiento jurídico de este, su queridísimo país. Luego, no es que a Larry no le guste la censura previa, es que es inaplicable, por mucho que a él le hubiera encantado que estuviera en vigor y ser nombrado máximo censor gubernativo, el encargado de decir qué textos, qué vídeos o que audios se pueden hacer públicos y cuáles han de meterse en la caja fuerte del Ministerio de Información y Turismo. Lo de la censura (previa, posterior, con leche y leche o mediopensionista) la intentó sin éxito, ya ven, contra este periódico y sus periodistas, creando incluso un tosco y burdo remedo, aquel Off Canarias que dio más tiros por la culata que por el cañón. Pero no fuimos los únicos, hubo muchos más periodistas que sufrieron su persecución desde el poder, y que hoy se despiporran al leer eso de “no me gusta la censura previa”. Otro que está bonito para un caldo de pescado.