No vamos a insistir sobre lo dicho ayer aquí mismo por Carlos G. Roy acerca de las acusaciones hechas por la alcaldesa de Las Palmas alrededor de presuntas adjudicaciones ilegales de su antecesor, José Manuel Soria. Es que se retratan ellos solitos, sólo que, por lo que tenemos entendido, no hubo tales ilegalidades porque las obras de las que habla la alcaldesa se adjudicaron antes de que se modificara la ley, que ahora sí exige lo que la comisión del istmo se niega a hacer. Pero mientras ella se entretiene en meterle el dedo en el ojo a Soria (porque ayer vimos a Javier Mena muerto de la risa) éste se ocupa de lo que se tiene que ocupar, de adjudicar todos y cada uno de los concursos, compras, suministros o licitaciones que tengan que ver con el Cabildo. Hay que ver la cara que se les queda a hombres hechos y derechos como Miguel Jorge Blanco o Juan José Cardona cuando ven salir a Larry Álvarez del despacho del jefe con los expedientes ya decididos y adjudicados. No tocan bola, no pueden negociar ni un reformado, y encima son los que se llevan los chorreos. Por cierto, no insistan: la Casa Palacio y el vertedero, para Lopesan-Satocan.