Borrado cualquier vestigio del paso del marqués de las Dunas por el Partido Popular al desaparecer su hija de las listas al 20-N, Soria ha puesto la sucesión generacional en la familia Alberto. Si se fijan en el número cuatro por la provincia de Las Palmas repararán en la aparición de Celia Alberto Pérez, que tiene todas las papeletas para salir elegida diputada. Celia Alberto es hija de uno de los dirigentes más influyentes del PP majorero, Alfredo Alberto Padilla, quien en la pasada legislatura y durante el tiempo en el que el PP compartió poder con Coalición Canaria, fuera director general de Ganadería. Propietario de las famosas queserías Maxorata, unas de las más prestigiosas de Canarias con una bien ganada proyección internacional, a Juan Carlos Alberto le sorprendieron los órganos fiscalizadores otorgando subvenciones públicas a su propia industria, lo que pasó bastante desapercibido para el público municipal y espeso dadas las laxas exigencias de la prensa local ante comportamientos tan poco edificantes, por llamarlos de la manera más suave que se nos ocurre. La designación de Celia Alberto como segura diputada refuerza el papel de su padre en la política local majorera, donde pasa por ser uno de los más conspicuos contrincantes políticos, económicos y sociales del presidente del Cabildo, el nacionalista Mario Cabrera, al que le tiene la guerra declarada en varios frentes. Cuentan los que saben de esas agrias diferencias que las putadas que se intercambian son propias de los tiempos bárbaros, que uno no le compra la leche a los ganaderos afectos al régimen y el otro cortocircuita cualquier posibilidad de que las queserías toquen bola de las ventajas públicas. Cosas de las asirocadas ultraperiferias.