El presidente del PP canario (y perdónennos que tengamos que referirnos a él) declaró nada más conocer la detención de su número uno en Telde que hay elementos extraños en esa acción policial. Tras hacer un romántico cántico a la independencia de los jueces, lanzose Soria por unos complejos vericuetos en los que habló de lo extraño que le parecía que se detuviera a su hombre la misma semana en que ha de comparecer en el Congreso el ministro de Justicia para hablar de la corrupción que se investiga en Canarias. De haberse producido la detención por orden de un juez, debemos entender que el señor Soria aprecia serios indicios de prevaricación, consistente ésta en dictar una resolución injusta a sabiendas. Es decir, que alguien ordenó la detención de un inocente para cubrir el flanco político de una comparencia del ministro de Justicia. Pero, ¿y si la detención fue puramente policial? Debemos entender entonces que el jefe de la Brigada de Información o el jefe Superior de Policía han ordenado una detención con claros fines políticos. ¿Quería decir eso exactamente Soria cuando habló de las extrañezas que le asaltaban? Y si alguien ha prevaricado, ya está tardando el presidente del PP en presentar una denuncia en el juzgado de guardia. Él, que tiene la querella fácil.