Pero donde Paulino Rivero alcanzó y sobrepasó los límites de lo razonable en un mediocre político fue cuando tocó el asunto de la inmigración. Una vez más demostró que quiere explotarlo demagógicamente o, sin mayores miramientos, que es un xenófobo. Porque responsabilizar a los inmigrantes de la altísima tasa de paro que tiene Canarias (“si sólo hubiese crecido la población de modo vegetativo, tendríamos pleno empleo”) o del déficit de la sanidad pública, o de la seguridad... y sin solución de continuidad ponerse a hablar a continuación de terrorismo, de impermeabilización de fronteras, de seguridad en los colegios y de policía autonómica, es de tal irresponsabilidad que coloca a quien hace estas cosas en una situación muy alejada de lo que debe ser un responsable público. Este señor quiere presidir una comunidad que vive del turismo. Estamos apañados.