Pero para mejor justificar sus sospechosas actuaciones en el escándalo de los casinos, el PP y el Gobierno de Adán Martín se han metido en unos jardínes demasiado frondosos para sus capacidades naturales. Decir, como han dicho, que se pusieron a regular la concesión de nuevas licencias para casinos por considerar que se trata de una actividad de interés general es una falacia. Porque en ninguna parte fomentar el juego, como hace este Gobierno metiendo cinco nuevos casinos más, es de interés general. Más bien al contrario, la tendencia en el mundo civilizado es ser restrictivos, como venía ocurriendo en toda España hasta que Soria y Mauricio decieron meterle mano al asunto. Con Adán Martín con cara de yo no fui.