Cándido Reguera es de los que no se cortan un pelo. Se vio con Jaime Cortezo, propietario del Islote del Francés, 48 horas antes de convertirse en alcalde de Arrecife gracias a dos corruptos, y ya anda preparando el favorcete para el empresario grancanario. Porque si lleva a cabo sus intenciones de resucitar el Plan General de María Isabel Déniz y, con él, respeta los convenios urbanísticos que en fase de borrador acompañaban aquel proyecto, Jaime Cortezo podría quedarse con todo el suelo municipal de Arrecife: el bueno, el malo y el mediopensionista. Todo ello a cambio de que el empresario suelte el Islote del Francés, por el que pretende, caso contrario, la modesta cantidad de 3.000 millones de euros. Pero la verdadera jugada, la que realmente tienen en mente el alcalde Reguera y los corruptos que le apoyan es pregonar que todas aquellas compensaciones que pretendía María Isabel Déniz se pueden solventar permitiendo a Cortezo que urbanice el islote al modo de Boca Ratón: un centro comercial, un parking y unas viviendas de alto standin. Tan acostumbrados andan a la trapisonda que no se dan cuenta del tamaño y el fulgor del plumero.