Pero donde Fernando Fernández demuestra que la política le ha sacado de sus cabales es en el párrafo que dedica a lo que él llama “integridad ética y moral” que, a su juicio, debiera adornar a los jueces que imparten justicia. Y llega a afirmar, en el contexto ya señalado, que existen “jueces y magistrados prevaricadores -o que violan elementales normas de conducta ciudadana-”, ante los que cree que “algo habría que hacer”. Y se lanza: “Si un juez o un magistrado son pillados in fraganti, pecando contra el sexto mandamiento, dentro de un coche, aparcado en plena calle o junto a una acera de la avenida de Anaga, pongamos por caso, digo yo que algo habría que hacer. Si cuando a este presunto juez en este presunto ejemplo se le acerca un guardia para denunciarlo y este juez lo amenaza blandiendo su condición de juez y con frases tales como no sabes tú con quién te metes, o ya te las verás conmigo? O cuando un presunto juez es conocido por su afición a esnifar polvo de cocaína que hasta podría haber causado una perforación de su tabique nasal, ¿puede seguir ejerciendo como juez si antes no se le somete a un tratamiento de desintoxicación o de ayuda para liberarse de su adicción a la droga?” No está mal para una buena querella, nada mal. Le recomendamos a Eligio Hernández como defensor.