El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Jorge Rodríguez, experto en mediación del PP
Hay cosas para las que sirven solo unos elegidos, y si el máster se los otorga una sentencia judicial, miel sobre hojuelas. La historia que les vamos a contar pasó desapercibida el viernes pasado en la Comisión de Justicia del Parlamento de Canarias, donde había de debatirse un asunto muy interesante como es el de la mediación, una fórmula pensada para que los ciudadanos esquiven en lo posible los pleitos judiciales, descarguen a los tribunales de justicia de pleitos de fácil resolución y desemboquen, especialmente, en que no haya vencedores ni vencidos, sino solamente vencedores. Porque con la mediación lo que se consigue es elevar a categoría ese adagio popular que dice que es preferible un mal arreglo que un buen pleito. Se reunía, como decíamos, la Comisión de Justicia en el Parlamento de Canarias, y al Partido Popular no se le ocurrió mejor cosa que designar como portavoz para tan apasionante asunto a Jorge Rodríguez, alicatado portavoz conservador para asuntos económicos, función en la que ha ejercido de experto en funambulismo exigiendo del Gobierno de Canarias exactamente lo contrario que ha hecho contra todos los españoles el que preside desde Madrid Mariano Rajoy. No es preciso entrar en el fondo de lo que nuestro alicatado diputado hasta el techo dijo en esa comisión; nos basta con el gesto mismo de que haya sido él el designado para representar al Grupo Parlamentario Popular en el asunto en cuestión, a saber, la mediación. Parece como si la sentencia del TSJC que lo absolvió de sus andanzas en el caso Grupo Europa lo haya hecho acreedor de repente del título de experto en el arte del conchabo, de poner de acuerdo a las partes en presencia para que ambas ganen sin que haya derrotados. Al fin y al cabo eso es lo que dice la sentencia en sus hechos probados: Jorge Rodríguez intermedió a cambio de unos miles de euros (60.000 que hayan quedado acreditados) para que la empresa Grupo Europa pudiera hacerse con un pingüe negocio en el Ayuntamiento de Telde mediante la nada reconfortante fórmula de manipular concursos públicos. Así se escribe la historia parlamentaria de Canarias y aquí estamos algunos para relatarla.
Un tensiómetro para sus señorías
Todavía hay quienes no han terminado de digerir la sentencia dictada por el que ahora ocupa la presidencia de la Audiencia Nacional, José Ramón Navarro Miranda, en el primer sonado caso de corrupción del PP canario, sentencia en la que resultó llamativamente absuelto el mentado Jorge Rodríguez. La condición de destacado dirigente del partido en las islas del absuelto y la estrecha relación entre ser magistrado de provincias o ser elevado a las más altas instancias de la judicatura española en cuestión difícilmente superable, teniendo en cuenta, para mejor proveer, la mezcla perversa que el PP se ha empeñado en hacer entre poderes del Estado de Derecho. Pero contaminaciones aparte, al PP le ha costado un ojo de la cara y la yema del otro vender como expiación total de Jorge Rodríguez la susodicha absolución una vez leída con atención la misma amable sentencia absolutoria. Porque, como hemos recalcado aquí, el pecado de medicación de Rodríguez está más que probado, y si por algo escapó (además de por las consabidas relaciones de poder) es por el grado de presión que ejerció ante las autoridades municipales del Ayuntamiento de Telde, donde se produjo efectivamente el conchabo. El magistrado Navarro Miranda dio por hecho que Rodríguez intercedió, pero lo hizo con tal grado de sutileza que su presión no resultó suficientemente poderosa como para causar entre los presionados un nivel de sometimiento psicológico, moral o político que supusiera una rendición ante el alto cargo que ejercía la presión misma. No hay que descartar por lo tanto que a petición de algún grupo parlamentario se incluya en los próximos presupuestos de la Cámara regional una partida destinada a tensiómetros, barómetros o artilugios ad hoc que puedan medir con precisión la presión que un diputado autonómico ejerciera o ejerciese sobre un concejal de su propio partido. Bromas aparte, bien haría el PP en evitar que Jorge Rodríguez intervenga en cualquier cuestión relativa a la intermediación o en la comisión que regule de manera seria las compatibilidades de sus señorías. Porque él se las saltó todas. De manera glamurosa, sin duda, pero se las saltó.
Paquita Luengo las pone de los nervios
Hay que ver cómo se han tomado algunas la re-irrrupción de Paquita Luengo en las primarias socialistas canarias. Cuando parecía defenestrada tras no alcanzar los avales necesarios para sumarse al proceso, su decisión y la de su equipo de sumarse a la candidatura de Gustavo Matos ha provocado cierta desazón en las otras dos candidaturas, las de Carolina Darias y la de Patricia Hernández. Esta última no supo reaccionar de una manera muy deportiva y calificó la jugada como una estratagema de la superioridad, viniendo como vienen sus apoyos desde el aparataje de la isla de Tenerife. Y añadidos. Tienen motivos las rivales de Matos para la preocupación porque la incorporación de Luengo y los suyos a la candidatura del lagunero otorga a este un valor que las otras dos no reúnen. Porque mientras Patricia Hernández tiene sus principales bazas en Tenerife y en algunas islas de esa provincia, y presenta evidentes carencias en Gran Canaria y Lanzarote; y mientras Carolina Darias refleja una tarjeta de avales más basados en Gran Canaria que en el resto de islas, Matos y Luengo presentan una candidatura con una implantación mucho más regional. Gustavo Matos tiene un buen granero en Tenerife, La Palma y Lanzarote, y Luengo lo complementa a la perfección en Gran Canaria, donde ya había cosechado importantes apoyos, como quedó de manifiesto este sábado en la capital de la isla, donde se presentaron ambos en un ambiente claramente triunfal.
Se suman los floteros
Mientras el pulso en las alturas se resuelve de manera elegante, con declaraciones de guante blanco entre Patricia Hernández, Gustavo Matos y Carolina Darias, en los niveles más bajos de la atmósfera los fontaneros hacen de las suyas. La posibilidad de que en estas primarias puedan votar militantes y simpatizantes reduce a priori la capacidad de maniobra de los aparatos locales, pero abre sin embargo la incógnita de lo que en cada agrupación puedan hacer sus mandarines para acopiar simpatizantes que se inscriban previo pago de su importe exacto, es decir, dos euros por cabeza. Cerrado como se cerró el proceso de avales y fiado a la capacidad de cada candidato la captación de votantes entre la militancia, se abrió la caja de pandora del voto abierto. Teniendo en cuenta la escuálida cantidad de afiliados paganinis que tiene el PSOE en Canarias (menos de 7.000) y su natural desmovilización visto lo visto, el factor simpatizante ha pasado a convertirse en decisivo en este proceso. De ahí que se hayan detectado sospechosos movimientos de masivas altas en el censo de votantes en las más decisivas agrupaciones. Como la de Las Palmas de Gran Canaria, donde a la avalancha de “los del voleibol”, acopiados por el traidor venido a menos García Quer, estos días se hayan sumado los floteros del taxi, llamados a capítulo por Chano Franquis al grito de “Carolina Darias nos va a arreglar el pleito que tenemos”. Algunos se lo tragaron.
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