Nadie se lo esperaba en el PP, al menos antes de las elecciones de marzo, que esa es otra. Pero Larry Álvarez, el número dos del partido en Canarias, el brazo ejecutor de José Manuel Soria, el fiel escudero, el receptor de todos los odios y de todas las inquinas, tanto las de dentro como las de fuera, abrió este viernes la caja de los truenos. No hay que limitar al voto abstencionista en los presupuestos del Cabildo de Gran Canaria las razones de esta crisis, aunque sí hay que reconocerle a Álvarez que ha elegido bien, que estar criticando esas cuentas hasta 48 horas antes de no rechazarlas, es una buena cachetada al presidente de su partido. Todo tiene un calado más profundo.