Resulta también curioso el artículo sobre la cuestión del analista de medios de El Mundo, Víctor de la Serna, que cree que “la libertad de crítica” no está garantizada en España si el objetivo es un político, y se pregunta porqué si Mariano Rajoy llamó a Zapatero “traidor”, nadie lo denuncia, y sin embargo si Jiménez Losantos se lo dice a Gallardón, se sienta en el banquillo. De la Serna recuerda que también a Gallardón le llamaron “fascista” cuando ejercía como jefe de la oposición en la Comunidad de Madrid: “¿Quizás es que, como a José Manuel Soria, esas expresiones no le parecen injuriosas?” De la Serna cree que no, pues piensa que si los adjetivos se lanzan “entre políticos, todo vale, pero no cuando el que lanza calificativos es un periodista”. Habría que recordar a cuántos periodistas ha llevado a los tribunales José Manuel Soria por ejercer la crítica política y cuántos políticos han sido diana de sus improperios, como cuando defendió al alcalde de Mogán porque “ni ha matado ni ha robado”, conclusión cuanto menos temeraria en un asunto que está todavía sub iudice. O los improperios que le dedicó a Zapatero y a Saavedra. ¿O sabrá algo Víctor de la Serna de cómo maneja y despacha Soria sus críticas mediáticas en Canarias?