Algunos síntomas llevan al personal a pensar mal. De entrada, incomoda a los amarillos que, de repente, Soria haya desaparecido de sus vidas, que no conteste desde hace días al teléfono y que delegara la interlocución en el cada vez más activo Larry Álvarez. Luego, les ha escamado que ni siquiera éste se les esté poniendo al teléfono por último. Además, el presidente, Ricardo Ríos, ha visto cómo le reclamaban desde el Ayuntamiento -donde es funcionario de alto nivel- el teléfono móvil que utilizaba. Para colmo, Julio Suárez, secretario técnico del Universidad, ha comprobado el grado de nerviosismo del cuerpo técnico de la UD al ir a pedirle la llave del Estadio Insular a su colega Merino González, que se la negó tajantemente. Las Palmas se empeña en no soltar el viejo estadio alegando que lo quiere para los filiales. Pero es que, además, para apalancarse todavía de mejor manera, ha cambiado el plan de entrenamiento en un par de ocasiones para que la primera plantilla no entrene en el Angulo Pesquero Arena, sino en Ciudad Jardín. Demasiadas hostilidades para el calor que hace.