Ya está tardando Paulino Rivero en ordenar a su socio José Manuel Soria que meta mano en la empresa pública Proexca. Pero que meta mano en el buen sentido de la palabra, que luego pasa lo que pasa y vienen las lamentaciones. Proexca puede ser un botón de muestra de lo que ocurre en la generalidad de las empresas públicas canarias, en manos de los enchufados de turno que a su vez enchufan a otros enchufados hasta convertirse en auténticos monstruos de devorar presupuesto público. Está claro que no nos referimos a los trabajadores de a pie, que bastante sufren con ver pasar delante de sus narices a caraduras que pasan hasta las facturas del alquiler de coches descapotables, sino a los que ocupan los puestos de responsabilidad, por llamarlos de algún modo. En Proexca, por ejemplo, que depende de ese dechado de la gestión eficaz que es el consejero de Economía y Hacienda, ¿quién controla exactamente los gastos de su cuñado? ¿Quién puso al asesor jurídico que, a su vez, se trajo a un hijo de Manuel Hermoso para que asesore desde fuera?