Larry Álvarez se ha estrenado de modo grandioso como portavoz de la oposición en el Cabildo de Gran Canaria, a la espera de que el jefe supremo le busque algo mejor. A él y a Teresa Cruz, que la cosa se pone peliaguda. Álvarez, que parece haber olvidado el trato antidemocrático e infame que dispensó a la oposición, ha empezado por pedir teléfonos móviles, un coche oficial, más consejeros liberados y más metros de oficinas a los mismos a los que él y Soria condenaron al ostracismo. Para colmo, el PP arrancó con los ordenadores que estaban asignados a Presidencia para llevárselos a las oficinas de su grupo político en un gesto no sólo inelegante, sino absolutamente antirreglamentario, porque los recursos asignados a un departamento lo son de ese departamento, no de las personas que en él trabajan. Los ordenadores están desenchufados, lo que explicaría que no puedan conectarse a Internet.