Fea, pero que muy fea, la actitud de Mario Rodríguez, presidente de la patronal de Las Palmas, también conocida como CCE, de contestar en los periódicos de papel a lo publicado aquí acerca de sus andanzas gaseosas en el hotel de Lopesan, bajo invitación mauriciana. Será que no se atreve a mirarnos a la cara y decirnos que es mentira lo que publicamos, lo que sensu contrario viene a significar que en otros lares sí le han creído. Lo tiene difícil, porque la verdad es una se ponga en papel o en códigos binarios. Están que trinan en la Confederación de Empresarios por su actitud, y a más lo intenta arreglar con frases grandiosas escritas por no se sabe quién, más la encharca. Él sabrá qué jardines elige para su particular martirio. Lo peor es que hay testigos de sobra de cómo abandonó una reunión de la CCE para salir pitando en dirección al hotel de Meloneras a conocer lo que tenía que anunciarles el oráculo. Agosto será un respiro, pero como en septiembre haya calima, mejor es que el presidente de la CCE se pongas guayabera, porque los sofocos van a ser de traca, y más cuando alguien ose completar el listado de personajes asistentes al cónclave gaseoso, que tuvo mucho de caso clínico.