Siempre estuvo gafado este edificio de Granadera Canaria, bautizado en sus inicios como el asadero de pollos por la temperatura que se alcanzaba en su interior antes de que unas primeras reformas lo preservaran del sol y reforzaran el sistema de aire acondicionado. Dada la organización interna del edificio, hay baños en cada una de las cinco plantas, pero a excepción de los de la planta baja, los demás están reservados para los funcionarios. Pero esta semana, gracias esas geniales planificaciones más propias de Pepe Goteras y Otilio que de una dirección de obras con la cabeza sobre los hombros, esos servicios quedaron cerrados al público, lo que obligó a los usuarios a acudir a evacuar al centro de salud de Prudencio Guzmán. Entre la ausencia de ascensores (el viernes no funcionaba ninguno de los dos) y el cierre de los baños, se produjeron escenas ciertamente tercermundistas. Justicia en Canarias, se llama.