Pero además de la presencia de la UGT, además de la ausencia de destacados consejeros del Gobierno, y además de un mayor número de representantes socialistas (que viene, que viene...) hubo dos novedades de aparente rango menor. La primera, que el largo aperitivo, que dura siempre lo que tarde Adán Martín en llegar a los actos (una barbaridad) estuvo amenizado en esta ocasión por una versión reducida de la Parranda Cuasquías. Y la otra novedad, tampoco baladí, es que el vino escogido fuera de alta calidad, un Lagunilla, Rioja que representa el empresario Sebastián Grisaleña, presidente de Cecapyme y uno de los nombres que más se repiten últimamente para suceder a Mario Rodríguez. El vino sentó bien a todos, especialmente porque sólo hubo un discurso, el de Rodríguez, lo que evitó que aquello se alargara más de lo debido. Y bebido.