“El CCN no es un partido político, es una empresa”. Tan tajante afirmación se la hemos escuchado a algunos dirigentes de Coalición Canaria, mayormente desilusionados (por decirlo suave) con los acuerdos alcanzados entre ambos partidos para las pasadas elecciones autonómicas y municipales de mayo. La unidad nacionalista, el fortalecimiento de los intereses de Canarias, la estabilidad de las instituciones... son grandilocuentes razones que vuelven a sonar ahora más huecas que nunca. El nacionalismo ultraperiférico se mata con nacionalismo español de la más pura raigambre, y la estabilidad en las instituciones se alcanza pactando con el que está llamado, según todas las encuestas, a tener el poder cuasi absoluto al menos los próximos cuatro años. Desde hace dos meses, Nacho González y su flamante lugarteniente Benito Codina proclaman a los cuatro vientos su buena nueva: vamos a pactar con el PP, que al calorcito del ganador las cosas se ven de otro modo. Primero prepararon el terreno: que sea un pacto CC-PP, y como les dijeron que no, se manifestaron contra el pacto con NC, contra el fortalecimiento del nacionalismo, contra la voz canaria en Madrid, etcétera, etcétera, etcétera. Todo para desembocar en la rueda de prensa prevista para las once de la mañana de este lunes en la biblioteca del Parlamento: Soria y Nacho González harán público el regreso del nacionalista de toda la vida a la casa madre del nacionalismo español, el PP. Y aquí no ha pasado nada.