El ex presidente del Gobierno, Román Rodríguez, es uno de los más sólidos conocedores del talante dubitativo y pachorrudo del que ahora ocupa tal poltrona. De ahí que el líder de Nueva Canarias se atreviera a acusar este lunes a Adán Martín de no haber encontrado los cajones que hay que tener para extraer de ellos el Plan Energético de Canarias, elaborado y ensolerado en la anterior legislatura y sólo pendiente de un trámite parlamentario. Ya lo retrasó Adán siendo vicepresidente, sin que se conozcan con presición sus motivos, más allá de los descritos alrededor de su poca capacidad para la ejecutividad. Pero como no toca ahora reconocer esos retrasos injustificados, le han encargado a la consejera de Industria, Marisa Tejedor, destejer un poco el viejo Pecan y, con los pequeños ajustes derivados del inexorable paso del tiempo (habrá que cambiarle al menos las fechas), tejer uno nuevo que sirva para superar el trance. Lo peor es que entre uno y otro, entre un vicepresidente y otro, entre un consejero y otro, los que pagamos el recibo descubrimos que hemos estado todo este tiempo en manos de la cola de una tormenta tropical. Y de una pandilla insoportable de negligentes.