No habían pasado ni 24 horas desde que José Miguel Pérez lo había advertido, y Pacuco Guedes la encharcó. El secretario general socialista de Gran Canaria había dicho que no permitiría ni una indisciplina, que ya estaba bien, y añadió que estaba harto de ver tanta porquería. No sabemos por cuál de las tres modalidades del cabreo de Pérez se inclinó Pacuco Guedes para echarse al monte, renegar de la jerarquía de su partido y colocar por encima suya solamente a Dios (textual). Hacía meses que a los socialistas decentes la permanencia de Guedes en el partido les creaba un trauma de considerables dimensiones. Incluso se llegó a barajar la posibilidad de que alegara algún motivo personal y abandonara el machito, no fuera a darle un jamacuco subido a él. Le fueron a ver y le preguntaron abiertamente: oye, Pacuco, ¿tú estás pringado? Y él incluso se ofendió. Y se asió con más fuerza a su ideología y a Dios.