Una de las personas que más se alegró este lunes del auto de Garzón señalando con el dedo a altos cargos de ATI fue José Manuel Soria. Y no por una cuestión personal, que ya se sabe que a Zerolo, por ejemplo, le unen estrechísimos lazos personales. Tampoco nada tendrá contra ATI, con quien tiene siempre pendiente de ejecutar ese famoso pacto que dé lugar a la tan deseada y nunca alcanzada UPN canaria: tú ocúpate de Tenerife que yo haré lo propio en Gran Canaria. Lo que alegró a Soria este lunes fue la sensación de alivio que le sobrevino al pensar que todos mirarán ahora hacia Tenerife y le dejarán tomarse un respiro dentro del frondoso jardín en el que se ha metido al tratar de levantar por los aires al recaudador Francisco Gordillo. Es sabido que Soria lo arregla todo metiendo querellas, de modo que trata de desautorizar al que denuncia la corrupción presunta o cierta de su partido y/o de sus alrededores. Denunciando a Gordillo (si finalmente se atreve a hacerlo) Soria se enfrentará a la defensa del querellado, que tendrá que demostrar que lo que ha dicho de la financiación del PP es verdad. ¿Y si lo demuestra?