Que un consejero del Gobierno de Canarias haya dicho esas cosas, se haya mojado hasta las cejas en una cuestión a todas luces extravagante, y que todavía el Ejecutivo mantenga en su puesto a José Manuel Arnáiz, no se entiende ni aquí, ni en Madrid ni en Bruselas. La credibilidad del Gobierno de Adán Martín vuelve a situarse bajo mínimos ante las autoridades comunitarias y especialmente ante las españolas. Se preguntan en los ministerios conocedores de las entretelas de este escándalo cómo es posible que Paulino, Castro Cordobez, Mauricio y el propio Adán anden clamando por obtener más fondos estatales y europeos para inversiones y no sean capaces de meter en vereda a un ingeniero sin carné que les toma el pelo con la bendición, el apoyo y los grilletes de Soria y Mauricio. O será por eso, por lo de los grilletes.