La regulación de la cacería no está entre las competencias de la Dirección General de Deportes del Gobierno de Canarias, pero a su director general, Álvaro Pérez, le da lo mismo. Tras leer lo publicado aquí sobre lo que nos cuestan a los contribuyentes sus excesos laborales, ha optado por la caza del mensajero. Para ello ha utilizado a un patético asesor de prensa que un día hace la ola al nacionalismo, como al siguiente se arrodilla ante el PP o canta la Internacional Socialista con un capullo entre los dientes. Habla mucho Álvaro Pérez, posiblemente ignorante del alcance del efecto mariposa, aquel que dice que si una mariposa agita sus alas en China (durante las Olimpiadas) alguien se acatarra en El Sebadal. O algo así. Debe dejar la cacería y, en compañía de su asesor, dedicarse al patinaje artístico, mucho más plástico. Que cada uno elija de qué se quiere vestir antes de saltar a la pista.