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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Conciertos y festivales que se caen

Miles de personas en el último festival Son Latinos, celebrado en la playa de Las Vistas, en Arona, en 2003. Efe

Algo realmente curioso está ocurriendo este verano en la isla de Tenerife con conciertos y festivales que se volatilizan por razones extrañas. En menos de un mes, que tengamos contabilizados, han sido cuatro los que han quedado cancelados o en trance serio de sufrir esa situación extrema. Con la estrepitosa caída de oferta cultural provocada por la crisis y el consiguiente recorte en ese capítulo perpetrado por las administraciones públicas, que cunda entre los grandes representantes artísticos del país que o hay seriedad por estos lares no contribuye sin duda al duro trabajo que supone recuperar la normalidad. Analizadas las causas hasta donde se puede llegar con las parcas explicaciones de todas las partes en la mano, podemos llegar a la triste conclusión de que en el sector se ha instalado una peligrosa falta de profesionalidad que pone en riesgo cualquier iniciativa profunda. No todo, sin embargo, cabe atribuirse a esta causa. Por ejemplo, no parece atribuible a falta de rigor que se haya suspendido este año la séptima edición del Goymar Fest, la convocatoria anual de música metal que tenía prevista su celebración los días 22 y 23 de este mismo mes de agosto. A los organizadores, que tampoco es que se hayan deshecho en explicaciones, parece que les han fallado los apoyos económicos. Sin embargo, las otras tres cancelaciones conocidas claman al cielo. En julio se conocía que la banda juvenil Auryn suspendía su concierto (por llamarlo de algún modo) en el Auditorio Adán Martín por “incumplimiento del contrato por parte de la empresa promotora del concierto”, es decir, la productora local, obligada a devolver el precio cobrado por las entradas. Este fin de semana nos enterábamos también de que el concierto de David Bisbal, programado para la noche del sábado en el Campo Municipal de Adeje, se cancelaba por incumplimiento de “las condiciones contractuales acordadas” entre la discográfica Universal y la productora local Arts Mute, que no había proporcionado las condiciones de producción necesarias para un acontecimiento así.

El recurso a la mano negra

La suspensión del concierto de Bisbal pone sobre la mesa la exigencia de que a estas actividades de las producciones se dediquen los que verdaderamente saben, no los advenedizos que, en cuanto se ven atrapados en sus propios incumplimientos, inmediatamente echan mano al recurso de la mano negra que pone en marcha “una campaña de difamación contra nosotros” o excusas tan peregrinas como que “no nos había llegado el backline” del artista, es decir, las especificaciones que se exigen de colocación de instrumentos y sus correspondientes micrófonos, pantallas de sonido y amplificaciones en el escenario, algo que se adjunta siempre al contrato. Por no obviar esa tontería tan socorrida del daño de imagen que esto produce a Canarias, y más concretamente a las giras de artistas nacionales e internacionales por el Archipiélago, daño –es bueno enfatizarlo- que en realidad lo provocan los que con escasa profesionalidad logran estos cabreos de las oficinas de contratación. Dicen en Ars Mute que en unos días se conocerá toda la verdad, o en su defecto, añadimos nosotros, una demanda del tenedor de los derechos de Bisbal, que por lo que sabemos anda fumando en pipa. Porque, de ser cierto lo que dice Universal, los promotores locales no habían dotado al concierto de aspectos tan imprescindibles como seguridad, asistencia sanitaria, servicios generales, permisos legales y seguros. Lo denunciaron los proveedores, que seguramente vieron la forma de andar de la perrita y se curaron en salud. Según el Registro Mercantil, Ars Mute se constituyó hace un año y cuatro meses con un objeto social que nada tiene que ver con la producción de espectáculos musicales, sino con “la construcción y el mantenimiento; el comercio al por mayor y menor…”, acercándose al mundo de la cultura solamente en el epígrafe referido a “comercio de obras de arte”. Una conspiración, sí, está clarísimo.

El extraño festival que patrocina Soria

Pero si la cancelación del concierto de Bisbal en Tenerife tiene todos los ingredientes para ser considerado un escándalo y un auténtico ejemplo de falta de profesionalidad, el que se programa para el 30 de agosto en la playa de Las Vistas, en Arona, es de tararí y no echar gota. Se llama Tenerife Sur de Músicas y pretende convertirse en el sustituto del Son Latinos, suspendido en 2004 por contravenir los preceptos de la Ley de Costas. Su promotor es el conocido empresario tinerfeño Leopoldo Mansito, que en 2011 hizo un primer intento de recuperar los permisos de Costas con resultado negativo. Ahora ha vuelto a la carga, pero esta vez con un respaldo muy poderoso, el del Ministerio de Industria, Energía y Turismo a través de su organismo autónomo Turespaña, cuyo logo aparece en los comunicados en los que la organización da por hecho que cuenta con un inexistente permiso de la Demarcación de Costas de Santa Cruz de Tenerife. No es cierto, como ha quedado publicado estos últimos días. A pesar de que la empresa de Mansito divulgó en julio que contaba con todas las bendiciones, las alegaciones presentadas por ATAN en la misma línea de las que condujeron a la cancelación de 2004, descubrieron el engaño. La decisión de Costas no solo es un terrible contratiempo para los organizadores, sino también para los patrocinadores, algunos de los cuales se desgañitan estos días por conseguir torcer el criterio del organismo público para que en el recurso de alzada cambie la negativa por bendición. A tal empeño se ha puesto personalmente manos a la obra la delegada del Gobierno, María del Carmen Hernández Bento, que ha presionado a la jefa de la Demarcación de Costas. El PP quiere su festival, y aporta dinero del Estado para que salga, seguramente con el muy loable objetivo de obtener los réditos necesarios para la próxima campaña electoral. Veremos si esos intentos fructifican, aunque los organizadores ya hablan de posponer la cita al mes de octubre.

Andrés Chaves se confiesa

Ya metidos en cosas que pasan en Tenerife, apoteósica la entrevista que El Día le hizo este domingo al que pasa por ser uno de sus referentes editoriales, Andrés Chaves, que se confiesa independentista amable, liberal controlado, heterosexual, proisraelí, homófobo, pleitista y fan de Miguel Zerolo y Fernando Fernández. Parece necesitar una reinvención, un reconocimiento público que le reponga de la desaparición del que fuera su penúltimo mentor, José Rodríguez Ramírez, al que ha sustituido casi sin solución de continuidad Paulino Rivero, al que respalda para que vuelva a ser presidente del Gobierno. Una buena entrevista de Álvaro Morales que toca casi todos los palos hasta hacerle confesar su manga ancha con la corrupción (“si daño a un político querido, no lo doy [por publico] y me da igual”) y su escaso respeto por el periodismo (“Me he inventado entrevistas”). No rehuyó el entrevistador los “vaivenes continuos” del entrevistado, que los explicó con un lacónico “uno no puede pensar siempre igual”, y suavizó con un “tampoco he tenido cambios tan bruscos”. ¿Y qué opina este referente del periodismo tinerfeño sobre la reciente condena a ocho años de inhabilitación recaída sobre Miguel Zerolo? Muy sencillo: “Zerolo ha ganado moralmente porque es inocente. El Supremo ha cometido una injusticia”. Porque el condenado ha sido el mejor alcalde: “En Las Teresitas no hay nada y lo del instituto [García Cabrera] es una gilipollada”.

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