En La Oliva se acabaron los fastos de uno y otro signo tras la moción de censura que ha colocado a la socialista Rosa Fernández como alcaldesa de tapete-punto-cruz (dicho sea en el sentido estrictamente político, aún a riesgo de que el fundamentalismo rampante nos denuncie por machistas), a mayor gloria del marquesado. El comité de empresa del Ayuntamiento, enterado por este periódico de la intención de González Arroyo de nombrar a la marquesa consorte jefa de compras, montó en cólera y paró la iniciativa por el momento. Ya habrá ocasiones más propicias, especialmente aquellas en las que la alcaldesa de tapete-punto-cruz (con perdón again) se ausente por indicación del primer teniente de alcalde, que no pierde la menor oportunidad de mandarla a por una bandera azul o a por un cortadito. Sin azúcar, Rosita, que ya sabes lo mal que me sienta.