Sabemos con certeza que a Pepa Luzardo le cabrea cantidad que se le acuse de enchufar a personas de su entorno en puestos de la Administración pública, como hizo durante sus mandatos de concejal y alcaldesa con una pariente de su ex novio. Puede considerarlo intromisión en vida privada, pero allá ella. Creyó, quizás en aplicación de la filosofía de su partido, que el que gana hace lo que le sale de las narices, y si hay demandas judiciales, pagan todos los ciudadanos. Pero ha extendido esas prácticas a sus labores como concejal en la oposición porque, sin encomendarse a los designios legales, se ha agenciado como secretaria del grupo municipal del PP a una de sus ex secretarias de la alcaldía, Mapi Q., que viene a estar contratada por una empresa pública, Sagulpa.