Con todo este ramillete de patinazos de Soria ante la Justicia real, el Partido Socialista se ha atrevido este jueves a reformular su denuncia contra el vicepresidente por la trama eólica por lo ocurrido en aquel tiempo en el estanque de los tiburones. El voto particular de los socialistas en la comisión de investigación parlamentaria relataba claramente cómo fue el vicepresidente del Gobierno, en compañía de su hermano Luis, a la sazón consejero de Industria, y de José Manuel Arnáiz, por entonces presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, los que se confabularon con los hermanos Esquivel para aquel fantástico negocio eólico en el muelle de Arinaga. Ese voto particular ya fue remitido a la Fiscalía en 2007, sin que hasta el momento se conozca diligencia de investigación alguna, como cabía esperar. Cierto es que estas últimas sentencias aportan novedades sobre el asunto que animan a intentarlo de nuevo, pero dada la trayectoria del Ministerio Público y de la Sala de lo Civil y Penal para cuantos asuntos hayan tenido que ver con Soria, mucho nos tememos que nos encontremos ante un esfuerzo inútil de los socialistas. Y eso, aquí y en la Conchinchina, conduce a la mustia melancolía.