No hubo el menor crujir de dientes ni interpretaciones sesgadas del Reglamento de la Cámara cuando se dejó pasar una pregunta dirigida a Soria por la parlamentaria del PP Rosa Rodríguez, que cuestionó al vicepresidente por el caso del consejero de La Caja José Francisco Henríquez. Tal pregunta, ensolerada en los talleres de la vendetta pepera, permitió a Soria contar las interioridades empresariales del ciudadano y quedarse todos tan panchos. Pero ahora no, ahora se trata de poner trabas a las muy saludables explicaciones que ha de dar este pleitista que cada vez que va por lana sale trasquilado, en feliz y muy reiterada frase suya. Hasta Miguel Cabrera Pérez-Camacho, portavoz popular, se aplicó el jueves con denuedo en la muy honrosa tarea de tratar de convencer a los letrados de la Cámara para que modificaran su postura e informaran contra la admisión de la pregunta sobre las costas judiciales de su señorito.