Repasando ese hagiográfico artículo de Ángela Mena es fácil situarse en aquellos tiempos, larguísimos tiempos, en que toda la clase política y empresarial tinerfeña, toda, le rendía tributo a don Pepito, mayormente para no tener que soportar su guineo y sus machacones editoriales reclamando ora una inversión para Tenerife ora una calle a su nombre. La concejala de CC en Santa Cruz no iba a ser una excepción, y metida incluso en plena campaña electoral de las municipales, envió ese artículo conteniendo las más exaltadas alabanzas al periódico y a su línea editorial “de intenso amor por la tierra en que ha nacido”. Es cierto que la articulista no se detiene mucho en alabar la figura de don José, al que sólo dedica un parrafito para decir de él que disfruta de “una digna y admirable posición de independencia ideológica y empresarial como rasgo quizás más acreditativo de la rectitud de su trayectoria”, toma ya. Desde luego hay afirmaciones que seguramente no podría sostener ahora mismo la autora de esas sentidas líneas, como que “El Día con valentía, arrojo y sin complejos abandera ideas que siempre hemos acariciado los canarios” o que, “desde su posición democrática de respeto por todas las ideas (sic) arropa una sobre todas las demás y la pregona también democráticamente (sic) sin hacerla prevalecer sobre la de otros (sic), pero eso sí, blandiendo sus principios irrenunciables y legítimas creencias frente a quienes han querido debilitar y desprestigiar la canariedad, la razón de ser de Canarias”. ¡Y olé!