A estas alturas de la película del Canódromo, desconocemos cómo respira José Manuel Soria, que no ha abierto la boca al respecto. El líder espiritual del PP anda entre Corralejo y Playa Blanca, según él mismo informa a la plebe desde su blog personal. Y, aparentemente lejos de las trifulcas de su partido tanto en Fuerteventura como Tenerife, dedica estos días de asueto a la meditación trascendental, la reivindicación de la vagancia política en agosto, y a contradecirse como él sólo lo puede hacer a golpe de blackberry. Porque es de traca cómo cambia de opinión este hombre en 24 horas. Contaba el miércoles y asumía como propio un comentario escuchado en la Isla de Lobos, a donde se fue de excursión “de pescaditos fritos y papas con mojo”: “Desconfío de los políticos que aparentan trabajar en agosto”. Ahh. Pues este jueves mismo andaba el hombre trabajando en los suyo, meter el dedo en el ojo a los funcionarios, considerando que la baja productividad canaria es a causa del absentismo laboral, cuyo descenso del 40% es sólo aplicable “al sector privado, donde el absentismo laboral medio es unas tres veces inferior al que se da en el sector publico”.