El lunes a las doce del mediodía está prevista, efectivamente, la moción de censura que habrá de descabalgar a José Manuel Soria de los seis escalones sobre los que se instaló cuando tomó posesión de la presidencia del Cabildo de Gran Canaria. Será durante un pleno verdaderamente austero, convocado por el secretario de la Corporación en cumplimiento estricto del reglamento vigente para estos casos. La elección del salón no ha sido del secretario, sino del equipo saliente, que en aplicación del Amar es combatir de Maná, tampoco ha preferido un espacio más grande en el auditorio sino la calculada y poco participativa estrechez de la sala Gran Canaria. Se llenará de hooligans del PP que, como ha sido habitual en estos años de omertá, tendrán acceso al recinto con antelación suficiente al resto del público para que parezca que la moción es muy poco popular. Y dos piedras.