Estamos absolutamente entusiasmados a medida que vamos profundizando en el conocimiento de la figura de don José Rodríguez Ramírez, editor y director de El Día, y en el aprendizaje de su profunda sabiduría y experiencia vital. El seguimiento diario de sus editoriales constituye todo un máster en teoría de las grandes ideas de los siglos XX y XXI, con reminiscencias dieciochescas y especial parada y fonda en el franquismo. Este miércoles obsequió a su parroquia con unos humildes comentarios acerca de su intervención del lunes en la nominación de una avenida de Garachico en honor de su tío Leoncio Rodríguez, fundador de La Prensa, germen de El Día que hoy conocemos. Según el propio editorialista, don Pepito “como es su costumbre, se somete a un guión propio e improvisa sobre la marcha cuando habla en público, procurando siempre ser prudente en sus expresiones, a pesar de ser enfático algunas veces para que sus palabras penetren mejor, y de evitar muy mucho las omisiones y otros lapsus”. ¡Qué joya de la oratoria! ¡Qué pérdida para el parlamentarismo democrático! ¿Y el contenido? ¡Qué decir de frases tan profundas como las que obsequió a la concurrencia!: “¡Díganme! ¿Qué y quiénes somos los canarios? Somos canarios, pero ¿de dónde?; ¿de qué nación?; ¿a quién pertenecemos?; y ¿por qué pertenecemos a alguien y a quién? Somos canarios, españoles, peninsulares, godos, ibéricos, europeos, africanos, atlánticos, ultraperiféricos, macaronésicos, o ¿qué?; ¿qué somos?” Eso, eso, don José, ¿qué coño somos? Y peor aún, ¿qué seremos cuando usted nos falte?