Entiende el ejercicio de su cargo Soria como la gestión de un coto privado sobre la que no debe dar explicaciones a los ciudadanos, reducidos a meros votantes que sólo pueden expresarse cada cuatro años en las urnas. Y, desgraciadamente, esta actitud prepotente y soberbia se aplica, además de a los humildes plumillas, a los políticos de la oposición, electos como él. El líder conservador respondió este miércoles, con gaitas destempladas, a la pregunta por escrito dirigida por el portavoz de Nueva Canarias en la corporación insular para conocer su versión sobre las jornadas de pesca del salmón, cuyo contenido ya detallamos en una noticia publicada en la sección de Canarias. Viene a negar Soria cualquier explicación sobre su visita al país de los vikingos al considerarlo una actividad privada que, en cualquier caso, no financió ningún empresario. De aplicar semejante teoría, ¿por qué tanto jaleo, con petición popular de dimisión incluida, por la asistencia del delegado del Gobierno de Canarias, José Segura, al vuelo inaugural de Binter al Sáhara? También se deduce de su argumentación que ocupa el cargo, seis escalones por encima de los mortales, tan sólo de 8 a 15 horas y once meses al año. Y nos tranquiliza saber que Björn Lyng no tuviera que tramitar ningún préstamo para sufragar el billete de José Manuel Soria en jet privado a los ríos escandinavos, previa escala en la imperial Salzburgo, bastante tiene con financiar la construcción de Anfi Tauro.