La dimisión de la jefa del Gabinete de la delegada ha sorprendido a quienes la conocen por su capacidad para trabajar en las situaciones más complicadas y de mayor tensión. Antes de que María José Bravo diera portazo a la Bento, lo hizo su anterior jefe de prensa, otro profesional con rodaje en la comunicación institucional del PP, Felipe Alfonso, al que en mayo pasado se le acabó la paciencia ante ese estilo pijopepero que algunas de sus dirigentes en Canarias han instalado a la sombra del zeñorito, por recordar los famosos ataques de histeria de otra de nuestras musas, Águeda Montelongo, el sombrero me lo quito y me lo pongo, en aquel Patronato de las facturas falsas majoreras, nada más. A Alfonso le sustituyó y en su puesto sigue respondiendo con rapidez y contundencia a las preguntas de este periódico Damaris Ferraz, que a diferencia del resto ejerce como concejal del PP en la villa palmera de Mazo y vicesecretaria de Comunicación de su partido en La Palma. Pero a lo que íbamos: las maneras de la delegada han terminado por reventar la Plaza de La Feria -prueba de ello son sus declaraciones incendiarias de este lunes, para el cargo institucional que ocupa- y a Soria no le ha quedado otro remedio que mandar desde la Metrópoli a su cabo bombero preferido.