Todos ellos sabían que su candidatura de última hora, fraguada a golpe de reto, tenía un recorrido incierto, pero no se trataba de ganar este congreso sino de plantear batalla, de mostrar la fuerza de que disponen, y eso lo han conseguido. Que fuera José Miguel Ruano quien disputada la presidencia a Paulino Rivero no es baladí: eterno consejero del Gobierno hasta que dejó de ser rentable su entrañable relación con José Manuel Soria, ocupa ahora la presidencia del Grupo Parlamentario Nacionalista Canario, y algunas voces ya dejaban caer este domingo insinuaciones sobre la coherencia de su dimisión en los próximos días. Ruano no es un oponente cualquiera, del mismo modo que tampoco lo es Marcial Morales, que a diferencia del frustrado candidato a presidente, representa la opción más progresista de CC, y de ahí que lo presentaran como aspirante a secretario general. Si los críticos defendían como principal idea fuerza que no se podían acumular en la dirección del partido otras responsabilidades públicas, Ruano y Morales no eran precisamente inmaculados ejemplos. Pero se trataba de enseñar las garras tinerfeñas, porque en breve habrá congreso insular y convenía llegar a esa cita con la figura de Paulino Rivero evidentemente desgastada. Y si se desgasta la figura de Paulino Rivero, se desgasta la del actual presidente insular, Javier González Ortiz, que lo va a tener verdaderamente duro.