Los debe coleccionar. El periódico tinerfeño El Día ha acumulado a su atolondrada trayectoria de los últimos años un nuevo diploma, el amparo que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha otorgado a la juez María Victoria Rosell frente a los ataques proferidos desde las páginas de ese diario soberanista. Ese amparo se puede traducir automáticamente en reprimenda, en dura reprimenda, porque no es nada habitual que el Poder Judicial otorgue amparo a jueces que sufren duras críticas por parte de los medios de comunicación. Se lo negó, por ejemplo, a Garzón, cuando fue cruelmente atacado por El Mundo y la COPE en una de sus investigaciones derivadas del 11-M, o se lo negó a la juez del incendio de Guadalajara, María del Mar Lorenzo, asaeteada por sus actuaciones contra instituciones de Castilla-La Mancha. Pero es que en ninguno de esos casos, por muy duras e injustas que fueran los calificativos, se rebasaron las fronteras de la crítica a las resoluciones judiciales o a la actuación de los jueces para entrar en la injuria, en la difamación o en la vida privada de los que administran Justicia, como sí ha hecho El Día de manera reiterada en los últimos tiempos.