Para que no faltara de nada en este doble lenguaje de la derechona en lo que a dimisiones se refiere, desde hace unos días se ha sumado al circo nuestro inconmensurable José Manuel Soria, que acaba de proclamar al mundo que no piensa darle al Gobierno de Paulino Rivero los elegantes cien días de gracia por ser un Ejecutivo “continuista”. Y se quedó tan pancho. Al respecto nos asaltan varias inquietantes dudas. Cuando Soria dice que este Gobierno es continuista ¿quiere decir que se van a repetir los mismos disparates que cuando él era vicepresidente? ¿Vamos acaso a presenciar el asalto a las arcas autonómicas con adquisiciones multimillonarias de programas informáticos como el Sefcan? ¿Acaso vamos a ver alocadas campañas de promoción turísticas en Islandia como la que ejecutó Rita Martín en aquel Gobierno? ¿Sufriremos la vergüenza y el bochorno que a todos nos produjo enterarnos de que una consejera de Sanidad defiende un concurso público de hemodiálisis diseñado a la medida de una empresa inmobiliaria? Soria ha anunciado desde La Gomera que la reconquista del poder se va a iniciar desde esa isla, donde ha elegido como líder local a un ex socialista, Javier Trujillo, expulsado de la diestra de Casimiro Curbelo por haber sido descubierto cometiendo delitos presuntamente relacionados con la corrupción. Y ya que estaba en La Gomera, Soria ha hablado de un vídeo como si lo hubiera visto, el de los incidentes de Casimiro Curbelo en el puesto policial de Azca. Y lo compara con Faisán en un cacao maravillao propio del personaje.