La carta termina con este elocuente párrafo, que se comenta por sí solo: “Constatada la desconfianza hacia mi trabajo por la inmensa mayoría del gobierno municipal que usted preside (salvo alguna que otra aislada excepción que agradezco), y teniendo en cuenta que soy un funcionario que me debo a la Corporación, y que de ésta también forma parte el Grupo de la oposición, ante tan insólita por reiterada actuación del gobierno que usted preside, quiero hacerle en reciprocidad también una insólita petición, -nada parece normal hoy día en el Ayuntamiento-, y es la de que se me adscriba al asesoramiento del Grupo municipal de oposición, en la seguridad de que el Grupo de gobierno se vería claramente beneficiado al quitarse la pesada carga de un inhábil letrado y endosárselo a la oposición, con la que como es bien conocido no me une ninguna afinidad política, ni otros intereses. Realizaría por tanto una función de mero asesoramiento técnico-jurídico. Y así se podría valorar en su justa medida la solvencia y el rendimiento de cada cual”.