Una cosa es que te voten en contra una propuesta y otra que te dejen en ridículo. Le ocurrió al PP este martes en la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados, donde se presentó en pelota picada para intentar varias comparecencias del Gobierno a cuenta de la ridícula y cada vez más patética teoría de la conspiración. Esta vez le tocó defender el absurdo a Soraya Sáenz de Santamaría, a la que precisamente Rajoy ha encargado la tarea imposible de redactar un informe que contenga una mínima estructura probatoria de esas escuchas ilegales a los dirigentes del PP (incluida la niña Tavío) y la conspiración de jueces, fiscales, policías, guardias civiles y periodistas contra el partido de la gaviota. Las abstenciones que registró la pintoresca propuesta sólo cabe interpretarlas en clave del alejamiento del gobierno que mantienen algunos grupos parlamentarios, porque todos, sin excepción, criticaron la extravagancia de los perseguidos, los que más casos de corrupción atesoran en la historia de España.