La verdad es que no estamos en condiciones de evaluar cuál de las múltiples mentiras históricas de José Manuel Soria ocupa por méritos propios el primer lugar de su ranking particular, ni cuál de ellas provocó mayor daño al interés general o a particulares víctimas de sus desafueros. Especialmente llamativa fue la batería de falsedades que soltó por su boca o por boca de otros en la famosa comisión parlamentaria que investigó el concurso eólico, ensolerado en la Consejería de Industria que en aquellos años (2003-2005) dirigía su hermano Luis. El tamaño de las mentiras fue tal que la conclusión de la investigación fue que el responsable de las irregularidades fue ¡el presidente del consejo de administración de CANARIAS AHORA! Soria se ganó en esa comisión una denuncia ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias por una mentira insuperable. Para salvarse de una acusación de cohecho que se le venía encima, aseguró que no estaba presente en la reunión del consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas en la que se adoptó un acuerdo que beneficiaba a su casero, Javier Esquivel: “Yo no estaba allí, si lo sabré yo”. Lástima que la secretaria del consejo de administración certificó su presencia y la de su hermano, pero la fiscalía instó el archivo de la causa argumentando que el certificado carecía de validez porque aquella secretaria era accidental, no la titular del cargo. Los vocales del consejo todavía se sonrojan cuando se les recuerda aquel episodio.