Se nos había traspapelado por ahí el comentario (chascarrillo, en versión del círculo vicioso que circula por ahí con efectos tan perversos), pero nunca es tarde para contar cosas de Larry Álvarez, nuestra estrella y guía, nuestra inagotable fuente de inspiración, nuestro candidato preferido al Cabildo de Gran Canaria, y nuestro espejo en el que mirarnos para ver si aprendemos algo de periodismo. La cosa fue que en el último pleno del Ayuntamiento de Las Palmas -celebrado el sábado en las oficinas municipales- el hombre fue protagonista sin querer. El pleno, de carácter extraordinario, se celebró para elegir a los ciudadanos y ciudadanas que habrán de sentarse el próximo 25 de mayo en las mesas electorales a cumplir como presidentes, vocales y demás. En ese contexto, relajado, de fin de curso, con un José Manuel Soria vestido de sport fino, con jersey anudado al cuello y sin Marino Alduán por los alrededores, ya se podrán imaginar la facilidad que habría de tener el alcalde para sacar a flote su particular sentido del humor. Dicen los más allegados que es un fino humor al más puro estilo aznariano, ese que sólo lo entienden los que saben hablar catalán en la intimidad. Pero humor, al fin y al cabo.