Además de no apreciar delito por ninguna parte, entre otras cosas porque nadie lo describe en el escrito enviado por el Niño Bravo a la Fiscalía, el fiscal Pallarés es muy elocuente al relatar que los tres informes internos, además de adolecer de defectos formales (no llevan siquiera pie de escrito que revele a quién fueron dirigidos), se limitan a relatar lo que califica de “una evidente mala relación entre el personal y la concejal del departamento”. Nada que invite a la menor investigación penal, lo que nos lleva automáticamente a pensar que lo que pretendió el alcalde de Santa Brígida con esta acción era amedrentar a la concejal, sacarla de sus casillas. Porque de su condición de concejal no la ha sacado, ni se le ha abierto expediente ni se le obliga a votar con el grupo de gobierno, cosa que Del Río hace cada vez que lo considera oportuno. Una más del Niño, que aprende a un ritmo vertiginoso los modales de su presidente regional.