Ni siquiera en casa del rico reina la paz completa en estos eruptivos momentos canarios. Las listas del Partido Popular tienen también su vía crucis. Ya saben que hay cierta contestación (y perdón por lo de cierta) por los acuerdos de José Manuel Soria con el CCN para meter a dos aspirantes al Senado y dos candidatos al Congreso de los Diputados, uno por provincia. Esa decisión y que el presidente regional del PP comunique quiénes son los ungidos por Twitter, en lugar de seguir los formalismos y convocar a los órganos del partido, también ha provocado cierto (con perdón nuevamente) malestar. Pero es un malestar con sordina, como todos los malestares que se han producido en la era soriana, que ya se sabe que el campanu ha hecho bueno al inigualable Alfonso Guerra de aquel “el que se mueve no sale en la foto”. Y nadie se puede manifestar en contra ni excesivamente en favor porque le puede pasar lo que le pasó este viernes a Agustín Guerra, el número dos al Congreso de los Diputados por Santa Cruz de Tenerife: Soria se lo ha cargado sencillamente por la indisimulada reacción de quien teóricamente lo apadrinaba, Cristina Tavío. Ya les dijimos aquí que era un candidato de la cuerda de la presidenta insular de Tenerife, pero erróneamente les dijimos que Soria lo había designado a sus espaldas para arrebatarle un adepto. Pues no, lo que en realidad ha ocurrido es que la niña Tavío, ante la clamorosa reacción de la peña tras la designación de Guerra, optó por desentenderse de su madrinazgo y culpar directamente a Soria, que es como es y reacciona como reacciona. Así que, desde este viernes, todos atentos a Twitter, a ver quién es el elegido para acompañar de dos a Pablo Matos.