El alcalde de Barcelona, Xavier Trías, ha dicho hace unos días que hay que seguir subvencionando a Spanair con dinerito público para que siga actuando como “compañía de bandera del aeropuerto de Barcelona” y contribuyendo así a su fortalecimiento como hub internacional de comunicaciones. Las declaraciones de Trías, nuevo alcalde por CiU, fueron el jueves. El domingo, ya había una pelotera de narices montada en ese hub con aerolínea de bandera. Numerosos vuelos domésticos con destino a diferentes ciudades peninsulares sufrieron de repente, alrededor de las 20.00, retrasos injustificados. A esos vuelos se sumó, cómo no, uno con destino a Gran Canaria, el JK 5208, que tenía prevista su salida a las 20.50 pero que acabó despegando casi cinco horas después. Pero ya siendo el retraso grave y cabreante -por lo frecuente- la sensación más generalizada entre los pasajeros de ese y de los demás vuelos demorados era de indignación por la deficiente información y por el denigrante trato recibido por parte del personal de tierra de Spanair. Para que se hagan una idea, en dos ocasiones fue necesaria la aparición de la Guardia Civil.