Dos familias de rancio abolengo de la isla de Tenerife, en barrocas palabras el letrado Eligio Hernández Gutiérrez, se han sumado a la batería de denuncias formuladas contra el broker napolitano afincado en el noble barrio de Vegueta, de Las Palmas de Gran Canaria, Giovanni Carenzio. De un tiempo a esta parte les hemos venido contando lo que se cocía alrededor de su desaparición voluntaria de la isla al detectarse que literalmente se había mamado una cantidad aún no concretada de dinero que unos por incautos y los otros por codiciosos depositaron en sus manos para que obrara el milagro de los panes y los peces. Pero en medio de los actuales e insolentes mercados, no en chanclas y junto al lago, que el tiempo y los modales pasan inexorablemente. El tal Carenzio casóse en su día con una dama de acaudalada familia grancanaria a la que prendó de tal manera que, pese a terciar en agosto pasado incluso una denuncia por agresiones, el vínculo marital se mantiene para lo bueno y para lo malo; para la salud y para la enfermedad hasta que... Bueno, eso no lo sabemos. Los incautos o codiciosos inversores del plan Carenzio se suben por las paredes con los continuos engaños del broker, que este jueves se atrevió incluso a telefonearles desde algún rincón ignoto de Italia para exigirles que gestionaran ante CANARIAS AHORA la retirada de la información sobre sus cuitas a cambio de una nueva promesa, la enésima, de pagarles de inmediato la millonada que les adeuda. Parece que no le creyeron.