Están resultando espeluznantes los efectos del incendio que sufre la isla de La Palma, que ha supuesto de momento cuantiosas pérdidas económicas y naturales y que ha amenazado la vida de miles de personas. Es un acontecimiento informativo de primera magnitud y hay que felicitar a medios como Televisión Canaria por haber ofrecido datos casi en tiempo real de la evolución de ese siniestro. Pero, como suele ocurrir a menudo, la tele pública ha vuelto a fallar en la medida del despliegue, en el exceso que supone pasar de la buena cobertura a la retransmisión en directo permanente, que casi obliga a los periodistas a forzar la realidad un poquito cada vez que se produce una nueva conexión in situ. Pero lo peor ha vuelto a ser, sin duda, el paulinismo que ha inundado el despliegue informativo. Que Rivero haya sido el protagonista de una rueda de prensa en directo de las 14.40 de este domingo y que, acto seguido, se le hiciera una entrevista en pie y también en directo para no decir nada nuevo, que haya chupado más cámara que los bomberos, la UME o los voluntarios, pasa del despliegue al aló presidente.