Hay más sueños que se desvanecen sin la influencia directa de la crisis económica. El proyecto de Nueva Canarias, que nació como una segunda oportunidad para el nacionalismo, se estanca peligrosamente, más por errores propios que por los inexistentes méritos de sus más directos competidores. Cada día con más consistencia limita su implantación a la isla de Gran Canaria gracias a la inoperancia de CC, pero sus respaldos internos y externos se malgastan por la mala cabeza de sus líderes. Pactos como los sostenidos con el PP en La Caja o con Marco Aurelio Pérez en el Consorcio de Rehabilitación Turística, unidos a posicionamientos públicos de clara complicidad con formaciones corruptas, producen un dramático debilitamiento electoral del partido que preside Román Rodríguez. Debilitamiento que también se aprecia en el debate interno de una formación que se nutrió de inteligentes mandos intermedios del incipiente nacionalismo canario, que deploran algunas actuaciones de sus líderes, particularmente el ex presidente del Gobierno. Una encuesta que ha caído en manos de Román ha acrecentado la alerta.