Lo que a lo largo de mucho tiempo han escrito don Pepito y sus mariachis respecto a Paulino Rivero y algunos miembros de su Gobierno en funciones tiene una denominación muy coloquial y habitual, a la par que innombrable, en el mundo del periodismo. Como estamos en horario de protección infantil, nos lo ahorramos, pero les damos algunas pistas: empieza por “ma” y termina por “da”. Las hay simples, de las que se les aplican a aquellos amigos del editor que ni fú, ni fá, de las que se olvidan fácilmente, pero que llenan de orgullo y satisfacción al beneficiado hasta el punto de quedar agradecido de por vida. Las hay sostenidas en el tiempo, con ditirambos in crescendo, acompañados de fotos a todo color en portada y entrevistas permanentes en la radio y en la tele. Son las que pueden encuadrarse en las “... de campaña”. Luego están las llamadas “Tipo A bajo palio”, que aunque suelen ir acompañadas de una secuela de otras de menos grados en la escala de Ritcher, es única, de un tirón, pero apoteósica, con fuegos artificiales, salvas de ordenanza, gastadores y banda de cornetas y tambores. Don Pepito ha dedicado a don Paulino algunas memorables de las “de campaña” y de las “tipo A bajo palio”. Y don Paulino le ha quedado muy agradecido, pero ya se sabe que la rutina termina conduciendo irremediablemente al desprecio. O por lo menos a cierta indiferencia que suele ser muy dolorosa.