Manuel Fernández es hombre de palabra, y si encima esa palabra la lleva a un documento, el compromiso es a sangre y fuego. Por eso dedicó todos sus esfuerzos y desplegó todos sus encantos para convencer uno por uno a todos los diputados influyentes, fueran del partido que fueran, para que apoyaran el proyecto de Anfi Tauro. Sus gestiones le llevaron incluso a invitar a algunas de sus señorías a conocer la urbanización in situ y, según él mismo llegó a comentar, a invitarlas a pasar un fin de semana en alguno de los complejos de Anfi para poder disfrutar sin intermediarios de la alta calidad que -es verdad- tienen las urbanizaciones promovidas por Björn Lyng. ¿Se refería Soria a esas vacaciones pagadas a algunos diputados cuando habló este jueves de normas no escritas que impiden ser vulgares y hablar de las dádivas que recibe cada cual? ¿O más directamente esas normas no escritas son en realidad una omertá de sport fino?